CULTURADESTACADASTABASCO

VIANEY RODRÍGUEZ TORRES: UNA MUJER VISIONARIA

Día Internacional de la Mujer. Soy una mujer auténtica yokot’an-maya indígena, de (la comunidad) Tecoluta, Nacajuca,

*Día Internacional de la Mujer*

Roberto Román

Mujer indígena proveniente de Tecoluta, uno de los pueblos más remotos de Nacajuca, Vianey Rodríguez Torres es empresaria del ramo gastronómico, emprendedora, impulsora y promotora de la cultura yokot’an de donde proviene, y una rebelde con causa, como se autodefine.

De origen netamente humilde, en su infancia se dedicaba a vender dulces típicos que su mamá realizaba. De padre pescador, ella con su hermana también se encargaban de la venta del pescado, y para ello, caminaban hasta 10 kilómetros, desde Tecoluta hasta Tapotzingo, ofreciendo el producto por toda la carretera.

Ahí aprendió el arte de los negocios, ahí supo que para poder salir y sobresalir, se requería de un doble o triple esfuerzo, y a ello se le sumaba su condición de mujer y sobre todo indígena, resintiendo en su espalda las voces constantes y aplastantes de “eres indígena, tú no vas a llegar a nada, tú sólo serás una esposa, tú no saldrás jamás de tu pueblo”.

“Me dio miedo pero salí de mi pueblo”, relata orgullosa. Y con la convicción que formó en la dura pobreza de su infancia, supo desde entonces que su futuro estaba destinado a abrir brecha a sus hermanos y hermanas para demostrarles que el progreso es un asunto personal y de valentía. Y ella es el ejemplo.

¿Cómo se define a sí misma?

Soy una mujer auténtica yokot’an-maya indígena, de (la comunidad) Tecoluta, Nacajuca, Tabasco, México. Ha sido difícil el camino, escogí el más largo. Siempre he luchado, he sufrido el transitar de la vida como mujer pensante, soy rebelde con causa.

¿Rebelde con causa?

Sí, porque en las comunidades indígenas es difícil que una mujer aspire a ser libre, que piense, que tenga esas ganas de luchar y romper paradigmas. De niña en mi comunidad yo vendía dulces típicos que hacía mi mamá, por eso me gustan los negocios. Salía a vender pescado, no me daba pena, al contrario, aportaba para ayudar a mi familia. Como mujer siempre dije que quería ayudar a mejorar mi entorno, ayudar a inspirar a las y los demás. Desde niña a mí me encantaba leer.

¿Es una gran lectora?

Me encanta leer porque me gusta imaginar lo que leo, me sumerjo en la lectura y emerjo con más conocimientos. Pero en la cultura indígena los padres no se preocupan que los hijos lean, se preocupan por lo que van a comer. Me gustaba leer y buscaba periódicos que llegaban envueltos con verduras que compraba mi mamá.

Entonces, de niña dije: yo quiero inspirar a los demás, quiero ser una mujer que defienda a las demás, porque por nuestro origen, muchos decían: no vas a poder, tu lugar es ser una esposa abnegada, sumisa. Y yo dije que no, eso no es para mí, quiero estudiar, salir adelante, quiero construir, aportar algo en mi sociedad, mejorar mi entorno.

¿Fue difícil estudiar?

Por supuesto, quería estudiar medicina, pero soy hija de un pescador, no teníamos a nadie que me recomendara para ingresar a la escuela de medicina, además es una carrera muy cara. Y no pasé el examen en la UJAT. Gracias a Dios.

Así que me dediqué a buscar empleo a la edad de 18 años. Encontré un trabajo donde me discriminaron, me menospreciaron, pero no me rendí; es muy difícil pero no imposible, porque siempre debemos tener fuerza y voluntad de levantarse las veces que sean necesarias, para emprender el vuelo y conquistar el horizonte.

¿Decidió trabajar y ya no estudiar?

Trabajé y estudié al mismo tiempo, me pagué mis estudios de diseño gráfico. Y en ese trabajo llegué al puesto más importante, fui escalando. Me decían los compañeros: Tú no vas a poder, eres de un pueblito. Siempre el ser humano egoísta le dice al prójimo que no puede, porque no quiere tener competencia. Me dije: yo puedo porque yo quiero. Me costó, me desvelé, me esforcé. Estoy siempre en un proceso de metamorfosis, evolucionando porque no estoy quieta. Uno tiene que construir su propio camino. Me ha costado ser emprendedora, llegar a donde estoy, pero no hay que detenerse, todos pueden llegar a lograr el éxito,

Y en política, ¿hay espacio para la mujer indígena?

Si en el mundo empresarial es complicado, en política es doble o triplemente complicado, porque no somos hijos, sobrinos, esposas de los políticos, de la cúpula del poder, de la élite. Es difícil alzar la mano y decir “yo quiero representar a mi pueblo”, pero tenemos que luchar, no podemos doblegarnos y rendirnos a la primera. Y no es ser tercos, sino ser constantes y congruentes.

¿Entonces es una farsa lo que nos dicen sobre los espacios que se han logrado para los indígenas, en especial para las mujeres?

Para mí sólo es prosa escrita. En la acción, para mí no es real, porque si en las leyes que nos rigen, fuera acción real, la situación sería diferente, tendríamos gobernantes, representantes mujeres indígenas. Falta mucho por hacer, necesitamos gobernantes que luchen realmente por el pueblo, que busquen el bien común, que tengan sensibilidad, que emanen de pueblo, no designados por la cúpula de poder.

¿Es la cúpula la que elige gobernantes?

En mi opinión sí. Creo que es importante practicar la democracia pero real, porque por ejemplo, hicieron una ley que está en contra de la democracia: la “ley dedazo”. Ahora nuestros pueblos originarios no eligen a sus representantes comunitarios.

No hay democracia si el representante viene impuesto por el o la gobernante en turno. Nuestras leyes, nuestra libre autodeterminación como pueblos originarios, no se respeta; el acuerdo 169 de la OIT que protege a los pueblos originarios, no se aplica ni se respeta.

¿Los pueblos indígenas tienen que sujetarse a la democracia de los de arriba?

No deben sujetarse, y si lo hacen es porque no hay libre autodeterminación, si hubiera leyes y libre autodeterminación, donde no seamos objeto de estudio sino sujetos de derecho, ahí se hablaría de una verdadera democracia, que busca la transformación de un pueblo. Pero en lo real, en lo tangible y en lo visible, aún no hay democracia. Hace falta la participación, el rescate de la verdadera cultura, de la cosmovisión indígena.

¿Ese rescate debe venir de las instituciones o del mismo pueblo?

Debe ser de ambas partes, porque las instituciones tienen los recursos públicos para aterrizar proyectos que busquen el progreso de las comunidades, y el pueblo ayudar a que se aterricen los proyectos. Es de dos, como el matrimonio, pueblo y gobierno tienen que hacer sinergia, para trabajar, esforzarse y lograr la prosperidad, el progreso del pueblo.

¿Dónde se ve en unos años más adelante?

Siendo una líder que seguirá rompiendo paradigmas, impartiendo conferencias, tratando de hacer conciencia en las futuras generaciones.

¿La mujer yokot’an requiere de mayores oportunidades?

Por supuesto, muchas oportunidades, porque aún subsiste el machismo. La mujer indígena por no tener más conocimiento, se sumerge en el conformismo, al maltrato. Pienso que tiene oportunidades y debe buscarlas, porque sentados en casa no se progresa, hay que arriesgarse. El que no arriesga no sabe lo que va a pasar.

¿Qué le exhortaría a los jóvenes?

Yo invito a los jóvenes a que aprovechen su talento, que crean en sus ideas; hay que atreverse, hay que romper paradigmas, hay que ser seres pensantes que busquen inspirar, construir. A las mujeres, a los caballeros, debemos de buscar siempre el bien común y sobre todo el progreso de nuestro entorno.

Botón volver arriba