Por Salvador García.
VILLAHERMOSA (CONTRASTE POLÍTICO).-Dice un dicho coloquial que prometer no empobrece. Y es lo que esta haciendo el alcalde de Jalapa, José Manuel Hernández Pérez con sus paisanos a nadie le dice que no, los envuelve y les asegura que con paciencia todo se atenderá.
El Doctor Manuelito a como lo conocen y respetan, nunca se niega, ni tampoco evade el problema, más bien le entra de frente y les promete que ya esta gestionando para que nunca más un jalapaneco sufra las injusticias de los gobiernos neoliberales, “no me dejen solos” su frase final.
Esta actitud ha causado molestia entre los sindicalizados del Ayuntamiento e incluso con su gente cercana, por entender que el presupuesto 2025 ya se encuentra comprometido en pagar nominas y uno que otro programa social, para comprobar los gastos.
Uno de los primeros en saltar del barco fue José Santiago Aguirre Hernández, Secretario del Ayuntamiento, quien al ver la incompetencia del alcalde, decidió presentar su renuncia, pero esta aún no ha sido recibida.
Han pasado 87 días y las comunidades en Jalapa siguen en el abandono, no tienen agua potable, el servicio de recolección de basura es deprimente, las luminarias que alguna vez funcionaron ahora ya no sirven y por si fuera poco el edil se escuda diciendo que no le dejaron dinero, ni para un camión de grava.
Es imperdonable que Manuelito se escude, desde el día que alzo la mano para ser alcalde de Jalapa debió prever un escenario de caos para revertirlo el día uno que tomo protesta y no hasta que tenga presupuesto, es ahí donde se ve la capacidad de un servidor público.
Las comunidades no necesariamente necesitan pollitos a bajo costos o pastillas regaladas que están a días de caducar, los jalapanecos requieren bienestar, calidad de vida, inclusión social y disfrutar en libertad de los servicios básicos que sólo un gobierno municipal, estatal y federal pueden brindar.
Esas ayudas que hoy ofrece Manuelito, ya las hacen las iglesias, las asociaciones y uno que otro líder social. Se agradece pero se le agradecería más, si cuando menos le llevara un poco de grava a esos lodaceros que llaman caminos.