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Reivindicar la política desde la unidad: el mensaje de Javier May

Por Josué Ramírez

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VILLAHERMOSA (CONTRASTE POLÍTICO).-En tiempos de polarización, discursos estridentes y agendas marcadas por la urgencia, los mensajes sencillos suelen pasar inadvertidos. Sin embargo, en ocasiones, son precisamente esos mensajes los que revelan con mayor claridad el carácter de un gobierno y la forma en que entiende su relación con la gente.

El mensaje navideño del gobernador Javier May Rodríguez no fue un anuncio de obra, ni un balance de cifras, ni una proclama política. Fue, ante todo, un gesto de cercanía. En un escenario simbólico —Palacio de Gobierno iluminado por motivos decembrinos— el mandatario eligió hablar de unidad, esperanza, familia y bienestar, conceptos que, aunque frecuentes en estas fechas, no siempre se sostienen con acciones a lo largo del año.

La Navidad, dijo, es un momento para reencontrarnos, para recordar a quienes extrañamos y para fortalecer los lazos que nos mantienen unidos como sociedad. El mensaje pudo quedarse ahí, en el terreno de lo emotivo. Pero fue más allá al enlazar esos valores con una idea de gobierno: que el bienestar no sea un privilegio, sino una condición compartida.

Ahí radica el fondo político del mensaje. No en la forma, sino en la intención. Javier May ha insistido, desde el inicio de su administración, en una narrativa que pone a las personas en el centro. No es un discurso nuevo, pero sí uno que cobra relevancia cuando se acompaña de decisiones públicas orientadas a reducir desigualdades, ampliar derechos y reconstruir confianza entre gobierno y ciudadanía.

Hablar de igualdad de oportunidades en un estado como Tabasco —marcado históricamente por contrastes sociales y rezagos estructurales— no es un gesto menor. Es un recordatorio de que gobernar implica asumir una deuda con quienes durante años quedaron al margen del desarrollo. En ese sentido, el mensaje navideño no rompe con la línea de su administración: la refuerza.

También hay un elemento que no debe pasarse por alto. En un contexto nacional donde la política suele expresarse desde la confrontación, el tono conciliador del gobernador resulta significativo. Apostar por la reconciliación, por la paz cotidiana y por el bienestar como eje del debate público es, hoy, una decisión política en sí misma.

La ciudadanía no espera que un mensaje de Navidad resuelva los problemas del estado. Pero sí valora cuando quien gobierna entiende el momento, reconoce la dimensión humana del cargo y se dirige a la sociedad sin estridencias ni triunfalismos. En ese equilibrio entre emoción y responsabilidad institucional se construye credibilidad.

La Navidad pasará, como pasa cada año. Lo que quedará será la congruencia entre las palabras y los hechos. Si el llamado a la unidad, a la esperanza y a un Tabasco donde nadie se quede atrás se traduce en políticas públicas consistentes, entonces el mensaje habrá cumplido su propósito más profundo: recordar que el poder también puede ejercerse con sensibilidad y sentido humano.

Porque, al final, gobernar no solo es administrar recursos. Es interpretar el ánimo social, acompañar a la gente en los momentos simbólicos y asumir, incluso en fechas festivas, el compromiso de no perder de vista a quienes más lo necesitan.

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