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LACHITO, UN PESCADOR DE IDEAS Y TRABAJO

Lo que yo pido para mí comunidad, es que la escuela sea reubicada en terreno lejos del río por la seguridad de los niños.

 

GAMALIEL SÁNCHEZ SALINAS

EL ZAPOTE (CONTRASTE POLÍTICO).- En una sala de Juntas de la Secretaría de Educación Pública del estado (SETAB), burócratas de la dependencia explicaban a un hombre pequeño, de mirada vivaz y gesto serio, la propuesta que tenían para la escuela de su comunidad, escuela que se encontraba apenas a 6 metros del río, en esta comunidad del municipio de Nacajuca

El hombrecito, quien era el presidente de la sociedad de padres de familia de la escuela, observaba imperturbable a aquellos hombres que con despectiva elocuencia proponían poner pilotes para evitar que el río se siguiera comiendo el patio escolar, los pilotes y el respectivo relleno serían la solución, decían.

A regular distancia, un tercer hombre escuchaba y anotaba. Cuando terminaron, el hombre pequeño, quien había vivido siempre a la orilla del río, tomó la palabra y con lenguaje sencillo, de pueblo, expuso sus argumentos en contrario:

Lo que yo pido para mí comunidad, es que la escuela sea reubicada en terreno lejos del río por la seguridad de los niños», concluyó.

Los burócratas lo miraron con fastidio. No así el hombre que había permanecido llevando anotaciones. Éste se levantó, fue a donde estaba el hombre pequeñito, le extendió la mano, lo saludó y le pidió que lo llevara a la escuela, que quería constatar que lo que decía era verdad.

«Si lo que dice es cierto, nosotros vamos a ayudarles a reubicar su escuela. Soy un representante de la Coca Cola y tengo la encomienda de ayudarlos».

Al día siguiente, Lázaro Peregrino, Lachito, que así se llama quien en aquel entonces era el presidente de la sociedad de padres de familia de la escuela primaria Remedios Ney, esperó en el puente El Mango al agente de la transnacional, lo llevó hasta la escuela y le mostró también el terreno que tenían en tratos para ahí construir la escuela.

Lázaro Peregrino Ruiz nació en la ranchería El Zapote, hace más de 70 años, a la vera del río, de eso no tiene memoria.

«Pescar y labrar la tierra ha sido mi trabajo toda la vida, desde chiquito comencé a convivir con el río, siempre he vivido a su orilla. En la primaria tuve un maestro que era general, Trino Olán se llamaba, nos ponía a trabajar en el patio de la escuela, sembrábamos de todo y cuando llegaba la cosecha, apartaba un dinerito para los alumnos: ‘Todo el que trabaja tiene derecho a un pago’, nos decía. Claro, que trabajábamos con gusto», recuerda con sonrisa franca.

 

Si bien, Lachito no aprendió a leer y a escribir en su estancia en la escuela, a los catorce años compró un cerdito con dineros obtenidos de la pesca y comenzó su crianza, era su primera inversión.

«En la mañanita llegaba el puerquito a donde yo dormía para que le diera de comer. El puerquito creció y lo vendí en 17 pesos. Me dijeron que vendían una becerrita y allá fui a comprarla», evoca.

La becerra valía 18 pesos y el dueño no aceptó el abono de los 17 pesos ni esperar al otro día el pago del peso faltante. Su argumento: era un chamaco que nada sabía de la formalidad de la gente grande. No se amilanó, al otro día tomó sus aparejos de pesca y antes del medio día ya tenía en su cayuco el pescado suficiente para hacer el peso que le faltaba y más. «Mi papá no quería que comprara la becerrita porque no teníamos terreno, pero se convenció. Luego, trabajando, compramos dos zontes de tierra», asegura.

Cuando Lachito dejó su casa materna para formar su familia, la becerrita de 18 pesos se había convertido en 17 vacas, mismas que dejó a su mamá y su papá, porque él y su esposa iban a trabajar para hacer su propio patrimonio.

A la par de ese trabajo, conforme fueron llegando los hijos, comenzó a involucrarse en los cargos comunitarios. Como presidente de la sociedad de padres de familia, logró la reubicación de la escuela primaria Remedios Ney, gracias al apoyo de Coca Cola. «Para rellenar el camino que va a la escuela solicitamos 180 camiones de tierra a la CIMADES (Comisión Interinstitucional para el Medio Ambiente y el Desarrollo Social)», puntualiza.

Sin saber leer, por su honestidad y trabajo, fue nombrado delegado de la comunidad. Sus vecinos lo animaron a que aceptara que ellos iban a ayudarlo. Sin embargo, cuando de documentos de la comunidad se trataba, estos pasaban primero por la lectura de sus hijas que le ayudaban a dilucidar cómo resolver aquello.

Fue en esa época que llegaron a su comunidad políticos de la naciente oposición a pedirle el apoyo. Lachito les dijo que aceptaba, pero que ya estaba cansado de las promesas de los políticos que al final no cumplían, que la comunidad necesitaba comprar un terreno para la telesecundaria, que ya estaba visto, que valía 18 mil pesos y que si apoyaban contaran con él.

Después de platicar con la comunidad, aquellos miembros del recién creado partido del Sol Azteca se lo llevaron a la cabecera municipal y regresaron con él. «Ellos me llevaron y ellos me trajeron, pero yo regresé con el dinero para comprar el terreno de la escuela».

Uno de aquellos políticos, Adán Magaña Gómez, se convertiría en el primer presidente municipal de la oposición en Nacajuca. Lachito asegura que Roberto Madrazo ayudó al pueblo de Tabasco, pero que ha sido Andrés Manuel López Obrador quien ha ayudado como ninguno al pueblo de México.

«Yo soy chiquito, papá, pero tengo un cerebro que trabaja al mil», dice con sonrisa pícara. Y no miente, sus actos así lo demuestran.

 

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