José Raúl Lamoyi/CONTRASTE POLÍTICO
El viernes 11 de abril, en punto de las 6:30 de la tarde, El club del libro perdido, de Plaza City Center, se transformó en un espacio de emociones intensas con la presentación de Vuela Pupa, obra escrita por el dramaturgo Joshi Madrid y dirigida con gran sensibilidad por Alex de la Cruz.
Esta puesta en escena, íntima pero poderosa, contó con la destacada actuación de Mariana Torres en el papel de Abril, una adolescente que encarna en carne viva el conflicto entre la inocencia y la oscuridad que acecha a muchas niñas y jóvenes en nuestro país.
Vuela Pupa es una obra que se arriesga a contar una historia tan actual como dolorosa: la de la violencia que se cierne sobre las mujeres desde edades tempranas, y que a menudo se silencia tras las fachadas de normalidad y alegría.
Abril, la protagonista, es una chica de casi quince años, inmensamente feliz, enamorada, entusiasta por llegar a clase y entregar su tarea: un cuaderno que guarda sus sueños, anhelos y pensamientos. Todo en ella parece luz: su uniforme escolar de recuadros azules, su voz emocionada, su risa que brota con la ingenuidad de quien aún cree que el mundo es un lugar seguro.
Pero pronto descubrimos que el cuaderno tiene un reverso. Ese otro lado —el que casi nunca se enseña— contiene confesiones que desvelan una tragedia profunda, escrita con la misma tinta con la que muchas jóvenes mexicanas han narrado su dolor sin ser escuchadas. Este recurso dramático —el doble cuaderno, la doble cara de Abril— permite a Joshi Madrid tejer una metáfora potente sobre la dualidad que muchas niñas viven: la alegría de una infancia aún presente y la sombra de una violencia que ya ha marcado sus cuerpos o sus almas.
La dirección de Alex de la Cruz acierta al crear un montaje minimalista pero emocionalmente envolvente. Las luces del escenario no solo acompañan la narrativa, sino que ayudan a construir los estados emocionales de Abril, marcando con sutileza los momentos en los que la esperanza asoma y aquellos en los que la oscuridad se impone. Mariana Torres, por su parte, ofrece una interpretación conmovedora, profunda y genuina. Su voz, su cuerpo y sus silencios hacen de Abril un personaje inolvidable, capaz de conectar con la audiencia desde el primer minuto.
Vuela Pupa no es solo una obra de teatro: es una denuncia, una súplica, un espejo que nos obliga a mirar el dolor que a veces ignoramos. Lanza una crítica clara hacia los tres niveles de gobierno en México, demandando respuestas reales ante la violencia contra las mujeres. Más allá de los discursos oficiales, Vuela Pupa exige acciones contundentes, políticas públicas efectivas, y justicia para todas las víctimas que, como Abril, han sido silenciadas.
La elección del lugar, El club del libro perdido, añade una dimensión simbólica a la función. Rodeados de historias, libros y palabras, el público fue testigo de una ficción que refleja verdades dolorosamente reales. Y es que Vuela Pupa no solo cuenta una historia: invita a conversar, a reflexionar, a actuar.
Esta obra merece ser vista, discutida y llevada a más espacios. Porque mientras haya niñas que callan por miedo, mientras existan violencias que se disfrazan de amor o protección, el teatro tiene la responsabilidad de levantar la voz. Y Vuela Pupa, sin duda, lo hace con fuerza, belleza y dignidad.